Columnista invitado. Luis Miguel Gómez Henao. Periodista-Consultor

Hablar sobre el desastroso gobierno que está padeciendo Manizales es algo ya repetitivo, también lo es hacer balances de la precaria administración que ha tenido Caldas en los últimos tres años.  Es claro, sin necesidad de mayor explicación, que Carlos Mario Marín y Luis Carlos Velázquez han sido los gobernantes más deficitarios que han tenido la ciudad y el departamento desde que la elección popular fue instaurada.

En el electorado hay desazón, cansancio, incredulidad.  El caos que vive Manizales, los escándalos de corrupción, Liberland, el rayo acelerador y el hastío que producen elefantes blancos como Aerocafé, las 1000 casas de Velázquez y la PTAR, hacen que el entusiasmo de los ciudadanos frente a la próxima contienda electoral de octubre sea poco, o mínimo tal vez.

Frente a este panorama ya están definidos los candidatos para gobernación y alcaldía, algunos muy conocidos, otros optimistas entusiastas, otros muy ilusos, pero ninguno que estimule la esperanza de una ciudadanía cansada de los mismos con las mismas y desilusionada de los que prometieron un nuevo panorama, que hoy no es más que caos e incertidumbre.

Sin embargo, hay que elegir, y hay que hacerlo con un principio claro y lógico de responsabilidad con la ciudad y el departamento.  Sería nefasto que la ciudadanía volviera a caer en la seducción de candidatos inexpertos y populistas, impulsados desde las redes sociales con narrativas artificiales de bicicletas, maquetas y sonrisas falsas.

Hoy el partidor electoral no es vistoso, no presenta novedad, pero tiene nombres que pueden representar un camino, sino atractivo, por lo menos seguro para la recuperación de un municipio en cuidados intensivos y un departamento sumido en el atraso.

En cuanto a la alcaldía, Jorge Eduardo Rojas es la persona que ofrece las mejores garantías para la reconstrucción administrativa de la ciudad.  Fue secretario de obras públicas en una de las administraciones más eficientes en la historia reciente de Manizales, y su alcaldía, aunque no fue brillante, sí fue juiciosa, disciplinada y mantuvo a la ciudad limpia, ordenada y con algunos mejoramientos de infraestructura importantes.   Otra historia fue su paso por el Ministerio de Transporte, del cual Manizales aún le pasa factura.   Rojas es un buen ejecutivo, que más allá de su ego a veces desbordado y su fuerte temperamento, tiene la capacidad para recuperar a Manizales con conocimiento de lo público y eficiencia.  Pero, si llega nuevamente a ser alcalde ojalá logre independencia, pues la larga cola de apoyos partidistas que lo acompañan da un tufillo de politiquería tradicional que puede ser desagradable, y de eso la gente ya está cansada.

Para la gobernación, Luis Roberto Rivas es la persona que tiene la capacidad para retomar el rumbo de desarrollo que alguna vez tuvo Caldas, y que se difuminó con Luis Carlos Velázquez.

Su carta de presentación inicial es haber logrado la más exitosa gestión en la historia de la Industria Licorera de Caldas, empresa que sacó de la quiebra inminente y posicionó nuevamente como líder de las licoreras del país.

Rivas es un ejecutivo brillante y fue un alcalde destacado, en solo dos años y medio como burgomaestre desarrolló el plan de infraestructura más ambicioso que ha tenido la ciudad en los últimos 30 años.

La Plaza Alfonso López y la Avenida Alberto Mendoza Hoyos son algunas de las obras que le cambiaron la cara a Manizales entre 2005 y 2007.    En la contienda por el Palacio Amarillo habrá dos maquinarias en carrera y Rivas representa una de ellas, ojalá, al igual que Rojas, sepa gobernar con independencia y con el menor influjo posible de los políticos de espuela que lo acompañan.   Reitero, de eso la gente ya está cansada.

Esta vez en Manizales y Caldas hay que elegir, con lógica, con responsabilidad y con urgencia por recuperar nuestro territorio, después de 4 años de precariedad y falencia.